viernes, 5 de junio de 2009

EL FINAL DEL MOTO NAVE LACAR

El 10 de Noviembre de 1965, e vuelto a embarcar por tercera vez en el moto nave Lacar en Corcubion. El día 11 salimos de este pequeño puerto cargado de madera al mando de un viejo capitán, ya que el señor Saleta quedaba unos días de vacaciones en su tierra. Pusimos proa al Atlántico mareando al encuentro del Mediterráneo, para buscar el puerto donde dejar nuestra mercancía. La mar estaba brava, empujada por un viento del Norte que cada momento golpeaba mas contra la amura de Estribor del viejo Lacar, nuestra singladura la hacíamos a poca maquina para proteger el costado de los golpes de las olas que cada vez venían con más fuerza, la velocidad serian de unas cuatro millas, la rueda del timón en los balanceos, tiraba todo cuanto se le pusiera por delante. La poca fuerza la tenía un marinero de toda la vida en la mar, que tras luchar con las cabillas de la rueda, por momentos lograba poner el barco en su rumbo. Francisco Suárez conocedor de esta travesía por los muchos viajes hechos en el Lacar, ya se hacía conocedor de los pros y contras del viejo navío, Suárez tiene ya su recuerdo en el naufragio del Chacartegui 3º.

Un padre y un compañero de este, mucho aprendí con sus consejos. Continuábamos el viaje dentro de un mar cada vez mas encrestado, cada momento golpeaba con mas fuerza, rompía por todas partes, aquello era un bravío desierto, solo un pequeño costero se atrevía a enfrentarse a estas olas feroces. Alas cuatro de la mañana, un golpe de mar llevo la madera que teníamos en la cubierta, dejando al viejo Lacar escorado, nosotros entre golpes de mar pusimos la carga en su sitio bien estivada tirando una parte de ella a la mar. A la altura de Vigo, el capitán y el maquinista llevaban una discusión entre ellos, el maquinista le decía de entrar en Vigo, donde estaríamos de arribada unas horas, el capitán se opuso a tal decisión, el Lacar en vez de avanzar en su travesía, el viento y la marejada le soplaba por Estribor y el viejo navío no avanzaba ni una milla, cuando hundía la proa en el mar, el barco crujía por todas las partes, no se como puede aguantar tanto un barco, y a demás tan viejo como lo estaba el Lacar.
A la altura de Oporto, el capitán al ver que todo era inútil continuar con el viaje, o destruirnos nosotros mismos, o teníamos que hacer algo. El capitán decía que teníamos que llegar a Lisboa y entraríamos de arribada, por medio de la telefonía escuchábamos que el puerto de Lisboa estaba cerrado al tráfico marítimo tanto la entrada como la salida, el mal tiempo seguía igual o peor, nuestra salida a aquel infierno sería dar vuelta y poner rumbo a Oporto.
El capitán al ver que todo era inútil decidió dar vuelta y poner rumbo adverso al que llevábamos, nuestro destino sería Oporto, ya ahora el viento empujaba al viejo carguero por su popa. El puerto de Oporto también estaba cerrado, fuimos a ponernos al abrigo de las islas Berlingas. Estas pequeñas islas, están enfrente al puerto pesquero de Peniche, tan malo estaba el tiempo que no podíamos echar las anclas, poníamos el motor a poca marcha. El tiempo mejoro un poco y el capitán dio orden de continuar con el viaje y entraríamos ahora en Oporto o Lisboa, a las pocas millas de nuestra singladura, volvíamos a dar vuelta, y hemos vuelto a las Berlingas, de esta vez fuimos capaces de fondear. A los pocos minutos de estar fondeados, hemos quedado sin una ancla, y el viento rompía todo. Pedimos permiso para entrar en el pequeño puerto de Peniche, donde las autoridades portuarias han denegado la entrada, donde decían que si entrábamos romperíamos todo ya que las embarcaciones estaban la mayoría fondeadas en el puerto, y más que el calado del puerto, no permitía entrada de barcos como el Lacar. Cuando ya todo estaba llegando a su fin, el capitán decidió llamar por telefonía para que un pesquero fuese a buscarle y llevarle a tierra para negociar con las autoridades, seria llevado por el práctico del puerto, a su vuelta traía el permiso de fondear en la bocana del puerto, en sector donde la mar entraba feroz rompiendo contra el espigón de abrigo del puerto, en menos de una hora una cadena de ancla rompió por la mitad, después de arreglarla y poner una ancla del puerto, volvió a romper todo estaba perdido, los marineros pescadores de este puerto todos a una para darnos todo lo necesario para salvar el viejo Lacar, o el navío como ellos decían, todo fue inútil una amarra de un pequeño pesquero fue a parar a nuestra hélice dejando al viejo Lobo del mar sin control, tanto de la maquina como del timón para esquivar las pequeñas embarcaciones allí fondeadas en el puerto.
Unos decían de llevar el barco a una playa que está dentro del puerto, donde es una playa tranquila y no sufrir iría el casco del barco, donde mismos los marineros de este puerto tienen a las veces varar sus barcos en ella para salvarlos de los golpes de mar que entra en el puerto, y mismo para reparar sus embarcaciones.
El capitán nervioso a sus 60 años, ponía también un viejo navío de corroído metal a su último flete. El moto nave Lacar empujado por las fuertes olas y enfurecido temporal, este que está escribiendo ponía fin a un segundo mercante, uno en el Cantábrico en los Merendales, este en la boca del Atlántico, las olas pasaban sobre la cubierta del Lacar como si fuera este un pequeño obstáculo en la playa que fue lanzado contra ella como si de un juguete se tratase, todos los marineros de abordo nos atrincheramos en la proa donde teníamos los camarotes para que los golpes de mar pasasen por encima y estuviéramos resguardados mientras no rompieran las planchas de la amura de estribor, y así estuvimos durante unas horas, cuando la bajamar dejó el barco en seco pudimos salir por medio de unos cabos, que mismo los vecinos de Peniche pusieron para que nosotros pudiéramos salir para tierra, después de tres días de trabajo interrumpido, sin comer, sin dormir, ya no conocíamos el menor peligro solo queríamos estar a salvo. Cuando la bajamar estaba completa ya podíamos pasar abordo sin problemas para nuestra seguridad. Los marineros y no marineros de Peniche, se juntaron todos en el arenal, unos para ayudarnos y otros para curiosidad, y algunos para ofrecernos amistad y cariño a estos desafortunados marinos que habían perdido su pan, como algunos decían entre mormullos. Se formaron casetas con la madera en la playa para los guardias, donde en algunas veces servían como refugio a algunos enamorados nocturnos que buscaban algún refugio protector de su amor caluroso.
A los pocos días los más jóvenes ya teníamos nuestras amistades en este hermoso puerto, y los solteros también tuvimos nuestro tiempo para coger a buenas amigas, donde salíamos a los bailes y cines del pueblo. Mis recuerdos aun están en aquella joven morena de 18 años Maria Felismina Viejas Ferreiro, donde le pido disculpas a toda su familia y también a ella por mi decisión de meter su nombre y apellidos en mis memorias, donde pienso que de la parte de ella tengo autorización.
En Peniche hemos estado unas dos semanas intentando sacar el viejo Lacar, donde estaba muy enterrado en la arena, un remolcador no tenía fuerza bastante para ponerlo a flote. Decidieron traer otro y entre los dos sacarlo, si le pusieron a flote pero también le pusieron un poco redondo entre la proa y popa donde parecía un arco. Medio Peniche estaba en pie despidiendo a aquellos marineros, que su estancia en un pueblo supieron coger la libertad que los acogedores impusieron, y así la cumplimos, y así nos dieron un hasta luego, Peniche jamás cerrará las puertas.
Pusimos proa rumbo a Lisboa, remolcados por un remolcador, buen tiempo. Llegados a Lisboa, fuimos al carro de montajes náuticos.
A las pocas horas de entrar en los astilleros, corrió una voz donde decían que lo único para lo que valía el barco seria para la chatarra, ya que arreglarlo costaría la mitad de un casco nuevo. El armador, señor Calviño da Coruña, se puso en contacto con los astilleros para que fuera el Lacar y los marineros atracar a un muelle en el puerto de Lisboa, Poço do vispo a sido nuestro destino. Allí estaríamos unos quince días, donde algunos de los marineros cogeríamos buenas amistades con algunas personas de esta maravillosa ciudad, donde se ofrecían para llevarnos a sus casas para pasar unas horas, y olvidar todo cuanto estaba a pasar. Unos decían que el Lacar sería arreglado reparando sus planchas retorcidas de otro barco que se estaba desguazando, otros que sería comprado por un armador Portugués para hacer una draga. Todo fue un cuento de hadas. Una mañana, llego un representante de la compañía armadora con la orden de desembarcar todos los marineros, ya que el Lacar quedaba inutilizado para la navegación.
Así, les decíamos adiós a nuestro querido y viejo Lacar. A la mañana siguiente una pequeña furgoneta cogía camino cara Galicia, su meta sería Corme.

2 comentarios:

  1. Boas, chamo-me Rui Baptista e sou de Peniche. Estou a escrever um livro sobre naufrágios e verifiquei que se encontrava a bordo do "Lacar". Tem fotos do navio ou do naufrágio? Gostaria de ter a sua ajuda.

    Cumprimentos
    Rui Baptista

    farilhao@hotmail.com

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  2. Boas, chamo-me Rui Baptista e sou de Peniche. Estou a escrever um livro sobre naufrágios e verifiquei que se encontrava a bordo do "Lacar". Tem fotos do navio ou do naufrágio? Gostaria de ter a sua ajuda.

    Cumprimentos
    Rui Baptista

    farilhao@hotmail.com

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