domingo, 6 de septiembre de 2009

MEMORIAS 7

DESPUES DE LOS 18 AÑOS

Pasé en Corme cerca de un año, en esta etapa vacacional el tiempo daba a todo, así que fiesta tras fiesta vino mi primero amor, y no muy lejos de Corme. También como buen cristiano apadriné una hermosa niña y de nombre le pusimos Maria Luisa. En Traba de Laxe conocí una joven mujer, que a los pocos días de conocernos pues salíamos todos los días festivos a los bailes, y principalmente al salón de baile de Castrelos, aun niños, mejor dicho adolescentes, tenía 19 años, ella 17, nos queríamos mucho uno al otro, hasta que un día en la fiesta del 15 de Laxe por una pequeña discusión, rompimos nuestro compromiso, la discusión vino más bien por culpa de una amiga suya, que le dijo, que yo salía con una en la villa de Laxe, aquello era mentira, solo conocía a unas amigas, como ella también tenía sus amigos y yo no le decía nada.
El 17 de Diciembre de 1966, embarqué en la draga Prudencia en Requejada Santander con el oficio de engrasador, el trabajo bastante duro para los de cubierta, consistía de dragar el río, para darle más calado a los barcos mercantes que entraban en Requejada a cargar azufre, este puerto es el principal para esta clase de mineral en toda España. A los pocos días de llegar ya conocía mucha gente, amigos, amigas y muchos compañeros, como Aníbal Salas Piney, un gran compañero, coma toda su familia, se han portado con migo como si fuéramos familiares. En las navidades del 1966, quede solo en la draga una semana o dos, aquellos me fueron a buscar para que cenara con ellos, aquellos días de Navidad. Yo y Aníbal recorríamos todas las fiestas y bailes de la comarca, me presentaba amigos y compañeras. Me recuerdo de una noche, ya pasadas las Navidades, cuando veníamos del baile, por poco no estoy para contarlo, al pasar por la tubería resbalé y quedé agarrado a la balsa que tenían las tuberías para su flote, si no es por esta cogería río abajo en medio de la corriente de las aguas. Hoy no pasaría esto ya que aquello era un peligro cuando pasábamos de tierra para abordo, ya que consistía pasar con equilibrio sobre la tubería del dragado a una distancia de unos 30 o 40 metros, si te fallaba un pie al agua.
En Requejada-Hinogedo, estuvimos unos cuatro meses, cuando terminamos de dragar este puerto, nos fuimos para Pasajes. Aquí ya no sería como Requejada, la gente de este puerto, ya es más a lo suyo, con más dinero en los bolsillos, en las fiestas, no se podía estar tranquilo, cuando a palos unos con los otros, cuando la policía a porrazo limpio, la cartera que se perdía, o cambiaba de dueño, el marica te buscaba, una noche después de una fiesta en San Juan fui a dormir a una pensión, y serian las cuatro de la mañana, desperté y tenía un marica en mi cama que tracto de violarme, y lo único que busco a sido una bofetada y bastantes patadas ya que el no se tenía de pie con la borrachera que llevaba encima.
En este puerto también teníamos un peligro permanente cuando salíamos remolcados a depositar el material a las afueras de la costa, cuando hacia mal tiempo este deposito estaría a unas tres o cuatro millas, donde el peligro solo sería en la entrada al puerto de Pasajes, donde la entrada la tiene bastante mala, y nosotros teníamos que hacer este trabajo aunque el tiempo estuviera revuelto, y el puerto cerrado a la navegación.
En este puerto Donostiarra, estaríamos unos cuatro o cinco meses, nuestro trabajo finalizo una vez terminado de dragar el puerto de Lezo, Renteria, San Juan, y un poco en la entrada, frente a los astilleros. Volvimos a poner proa al cantábrico rumbo a Santa Eugenia de Ribeira, remolcados por un remolcador, ya que la draga Prudencia no tenía hélice propia. Santa Eugenia, bonita villa, de esclavos marineros, pueblo tranquilo de prosperidad, llena de progreso para un mañana de economía.
En este pueblo todo sería diferente a todo ocurrido en Euskadi, a poco tiempo de llegar a este hermoso y tranquilo puerto pesquero, conocí a una también hermosa mujer, Julia es su nombre de pila, Julita para mi, era el encanto. Aun me recuerdo de muchas cosas que ella me decía, frases llenas de cariño y amor salidas de aquellos labios de color carmesí. También aun me recuerdo, de cuando a la salida del baile nos peleábamos como niños de corta edad. Un día a la media noche, estaba besando aquellos labios que ella me entregaba con placer, de un amor ardiente, y no sabemos como hicimos que un cristal de una ventana vino abajo hecho añicos. Nosotros en aquellos momentos no pensábamos en el día siguiente, que sería un día de riñas de su familia por romper el cristal.
Los días pasaban como si fueran horas, las noches parecían siglos, todas las mañanas me levantaba a la ventana para verla pasar junto a una amiga camino del trabajo. Así pase unos meses trabajando en Ribeira, que aquello para mi no era trabajar, cada día estaba más enamorado de aquella chiquilla, cuanto más la buscaba más la encontraba, más tenia ganas de tenerla entre mis brazos, solo pensaba que aquello terminaría pronto, por que para el mes de agosto tenía que marchar para la mili. Los últimos días de mi estancia junto a ella pasaban como si fueran segundos, yo le prometía que jamás me olvidaría de ella, y que nunca nos dejaríamos por lo mucho de lejos que estuviéramos, y mi pensamiento estaría siempre en ella en los meses de mi ausencia.
El doce de agosto dejaba a la mujer que amaba entre besos y lagrimas nos despedíamos uno del otro y para nosotros existía esta frase, juntos para siempre. Regalamos unas alianzas de compromiso.

Corme 6 de Septiembre 2009 Luís Suárez

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