viernes, 20 de noviembre de 2009

PESQUERO MARI SOLI



QUISE DECIR ADIOS A SUIZA

El Mari Solí, seria el primero barco que sacaría a este marinero de puerto después de estar cinco años sin navegar. Los primeros días de navegación hacia los caladeros, para mí fueron salvajes ya que teníamos muy mal tiempo, y mi trabajo era en las maquinas de segundo mecánico. En mis guardias en la maquina colgaba un cubo en las barandillas para poder echar lo poco que tenía en él estómago, pase dos días muy malos, al llegar a los caladeros ya estaba un poco mejor, pasaban los días unos mejor, otros peor de olas de hasta quince o más metros de altura, nosotros parecíamos una cáscara de nuez en medio del atlántico. De únicos compañeros teníamos las gaviotas surcando los mares y cielo. Cada quince o veinte días veníamos A Coruña y echábamos dos días en tierra, que casi no cogíamos el modo de caminar, acostumbrados a los balanceos del barco.
Mi trabajo consistía, en el engrase de las maquinas, maniobras de abante y parada de las maquinas en el arrastre cuando aferraba la red en los fondos del mar, reponer bombillas en los palos para ser vistos por los otros, tanto del arrastre como de las de alcance o tope. Los de la maquina teníamos que hacer los pequeños arreglos de los motores tanto principal como auxiliares y bombas de achique. Las guardias las teníamos a seis horas cuando solo éramos dos, donde normalmente teníamos que ser tres, primero mecánico, segundo y engrasador. Las maniobras se hacían todas en la maquina, a la cubierta solo subíamos cuando teníamos alguna avería en las maquinillas y para su engrase. Y hablando de engrase, cuando estaba engrasando una mañana la compuerta auxiliar que estaba colgada en la amura de estribor y teníamos que engrasarla cada un tiempo, estando haciendo esto, un golpe de mar me dejo sin agarre de la mano que tenía libre ya que en la otra tenía la aceitera, tuve segundos para reaccionar, solté esta y volví a coger el cabo, si esto no pasara, hoy no estaría contándolo. Teníamos días de todo, también tuvimos días de verano en el invierno, donde en tiempos de descanso pasábamos horas tomando el sol en la popa del barco pescando o leyendo, y escuchando música, de estos días serían pocos. En los meses de invierno, se cuentan los días que se puede tomar el sol en Gran Sol. Un día estando en la popa del barco, aviste a un marinero que estaba pescando, y mi sorpresa sería cuando pasando junto a el vi que lo que estaba pescando eran gaviotas, donde después cuando las tenía abordo las mataba a patadas, eso me pareció una salvajada, después de discutir con el que me parecía mal aquello que estaba haciendo, y si era un poco humano dejase de hacer aquella salvajada, él me obedeció y dejo hacerlo, diciéndome que dejaba de pescar por mis palabras, donde a las gaviotas les tenia rabia, por que lo ensuciaban todo, en eso tenía razón, lo dejaban todo blanco, a las veces estaban cientos sobre nuestras cabezas.

Y así pasé el mes de Enero, Febrero y a mediados de Marzo, cuando llegue de hacer la marea, mi madre, me puso un papel en la mano, este papel era el contracto de trabajo de Suiza, donde yo lo tenía ya olvidado ya que no firmara este contracto a mi salida para España. Yo no quería volver a trabajar en el extranjero, pero mi madre me decía que por mal que me fuera el trabajo en tierra, siempre sería mejor que en gran sol, además también me decía que ella no dormía nada pensando en mi cuando hacia mal tiempo. El veinte de marzo en gran sol, fui hablar con el patrón de costa de mi decisión de volver a marchar para Suiza, el no quedo muy contento donde nos llevábamos bastante bien y mismo con el jefe de maquinas, puedo decir que el jefe de maquinas, nunca a tenido que pronunciar dos veces el trabajo que tenía que hacer, al contrario, muchas de ellas que no pertenecían a mi trabajo, las hacia sin mirar a que este trabajo le pertenecía a otros.
El veinticuatro de Marzo de 1. 972 desembarcaba en Coruña, y pocos días después volvía a coger las maletas camino de Lausana.

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